Bueno... Una amiga me dijo que hiciera un blog para publicar mis fics... que más que fics, son historias (divagaciones mentales) basadas un poco en lo que escucho, lo que veo, en el día... mi ánimo... en fin, son leseras sin mucho sentimiento que tarde o temprano llegan a un cayejón en el cual no se como seguir...

No soy muy buena con las letras... pero ese vacío puede ser bien tomado como un final :D...
como sea, ojalá ke el lector lo disfrute...

Dedicado a los amigos n.n!!... aunke solo unos pocos lo vean...

Sláinte!
(B)x(B)


pd: lo rojo son historias sueltas... y todo lo ke este en un solo tono (salvo el rojo) es una historia en continuidad

jueves, 14 de octubre de 2010

oppvåkning

Ese dormir fue más cómodo, no habían sueños inquietantes ni pesadillas alterantes. Sólo un espacio negro y completa inconsciencia, de un segundo a otro y sin sentir cansancio alguno, desperté nuevamente. Extrañamente en un lugar estrecho, cerrado, incómodo y asfixiante. No entendía nada de lo que estaba sucediendo; completamente segura de que tenia los ojos abiertos y que mis sentidos respondían correctamente, toqué el techo que estaba cercano a mi cara, cálido y suave... ¡oh no!... ¡¿Un ataúd?!
Ya... desesperada por unos instantes comencé a golpear por si me oían. Si tenía suerte estaría en mi funeral y toda la gente a mi alrededor se daría cuenta de lo anormal de la situación, me rescatarían y me apretarían en constantes abrazos de osos y agradecerían a Dios por ser tan bueno y traerme a la vida de nuevo. Pero, como últimamente no le agrado a la suerte, esta no sería la ocasión.
Bueno, pude abrir el féretro, en silencio y con cuidado para no asustar a nadie que pudiese estar cerca. No es muy normal salir de una caja para muertos.
Entonces miré a mi alrededor, reconociendo el terreno; lúgubre, iluminado por velas, muros cubiertos de piedra, parecía una bodega medieval o (peor aún) aquel cuarto de maquinas de tortura que solía ver en mis sueños. Al menos el vestido que llevaba era lindo, de gasas blancas con detalles en brocados negros, zapatos a juego, un lindo peinado y un prendedor de plata en el pecho, bordeando un elegante escote. Claro, estaba vestida para mi propio funeral, el suceso más elocuente de un ser humano. Con cuidado de no arruinar ni un solo detalle, salí del cajón y me dirigí a la puerta para... bueno, explorar. Se oía música de algún lugar, así que la seguí. No era una sonata muy alegre, era más bien llena de lamentos y sinceridad. Me envolvió por unos instantes en una sublime sensación de misericordia antes de encontrar la habitación que escondía al exquisito pianista.
Me acerqué a la puerta entre abierta y pude ver un piano de cola, y al elegante músico quien era nada más ni nada menos que Amadeus...
-Deberías agradecerme en vez de estar parada ahí como una delincuente- Dijo sin mirarme, sin detener sus finos dedos del melancólico piano. Si no fuera que lo conozco y sé lo horrible y desagradable que es cuando no está sumergido en el vaivén de sus dedos, me abría enamorado en aquel segundo del peor hombre que existe en la Tierra (en serio, no creo que pueda existir algo peor que este asqueroso chupasangre).
-De hecho- comencé -creo que me debes una muy buena explicación- Mi voz salió con más autoridad de la calculada y el dejó de tocar, cuando vio mis brazos cruzados bajo mi pecho, no dudó en ponerse de pie
-A ver. Te pongo al día: tu fuiste la que empezó por obsesionarse conmigo, te interpusiste en mi pacífica existencia, hiciste que llamase la atención de la gente (cosa que personalmente prefiero evitar), provocaste un accidente que pudo haberte quitado la vida, y para que no cometas errores te protejo de los médicos locos sedientos de descubrir un vampiro. ¿Algo más que quieras saber?
-¿Vampiro?
-No, no eres uno si a eso te refieres. Sólo estas con un poco de anemia y deshidratada, cuando te recuperes tendrás que tener preparada una hermosa excusa que explique el por qué de tu repentina desaparición. Por ahora necesitas alimentarte como corresponde, y de verdad espero que me agradezcas por el banquete que hice para ti.
Nos dirigimos a un enorme comedor en completo silencio, sólo el eco de nuestros pasos revotando en las altas paredes medievales del castillo. Era para veinte personas más o menos, pero como éramos sólo él y yo, el resto había que decorarlo con flores, ensaladas y frutas. De verdad se había esforzado por que todo se viera apetitoso y pudiésemos calmar nuestras tensiones. Ahora que había hablado más con él, se veía menos rígido y más joven. Como todo un caballero, señaló mi puesto y me sirvió el vino.
-Tranquila- me dijo al ver que jugaba con la comida mostrando desconfianza -¿crees te voy a matar después de tomarme tantas molestias en mantenerte viva?
-¿Por qué desperté en un ataúd?
-Lo siento, aún no tengo una cama en una habitación lo suficientemente oscura para cuidar de tu fotofobia; a menos que sea mi cuarto.
-Entonces... tengo anemia, fotofobia y estoy deshidratada, pero eso no me hace un vampiro, ¿cierto?
-cierto
-Y tu me trajiste aquí porque si me quedaba en ese hospital los doctores se iban a volver un poco psicóticos con mi caso y pensarían que si lo soy, ¿cierto?
-vaya... eres más inteligente de lo que pensaba
-que gracioso- decidí dejar las preguntas hasta ahí. Hasta el momento todo encajaba y tenía perfecta lógica, salvo el hecho de que le importe mantenerme con vida; bien pudo haberme matado, pero al contrario, quiere que me recupere y para eso, él personalmente se encargara de mí.
Dejé eso de lado una vez probé el festín. ¡manjar de dioses!de verdad que si se había esmerado mucho en satisfacerme; jamás había probado algo tan delicioso; no dude que lo hubiera preparado el solo, pues en mi recorrido no vi indicios de que hubiera servidumbre o algo por el estilo.
Asado de pavo con salsa de finas hierbas, ensalada de champiñones y lechuga con trozos de palta, un vino merlot para la ocasión, muy conveniente, y el postre macedonia con salsa de frambuesa, nada muy dulce. Un menú sencillo pero muy delicioso. bajativo: menta.
-¿Así que eres médico?
-¿Qué? ¿crees que en doscientos años me he especializado solo en la medicina y sus avances?
-Disculpa si te ofendí...- creo que lo subestimé
-Soy médico y además un artista completísimo
-¿Eso es todo?
-Eso es todo lo que a ti debiera interesarte. No hay más. Ahora vamos a mi habitación para empezar tu tratamiento.
El cuarto tenia un enorme estante lleno de libros de medicina, alquimia, y otros temas relacionados con hierbas y cocina. Para ser un arista completo, como alardeó hace un rato, sólo tiene un piano, nada de tocadiscos ni pinturas ni composiciones escritas ni esculturas; bueno, ni un sólo representante del arte mas que un piano de cola en perfectas condiciones.
Bueno, se acercó al estante, tomó un libro y leyó un rato.
-Bueno- dijo cuando acabó -necesito que tomes esto- cogió una botellita con un líquido transparente, cuando lo abrió y me lo pasó, percibí que no tenía ni una clase de olor. Como si fuera simplemente agua
-Esta claro que para hidratárme debo tomar agua, pero no crees que todo este jaleo es un poco ridículo considerando que eso es lo que me das a tomar ahora?
-¿Quien dijo que era una pequeña dosis de agua? sólo tómala
Hice caso, me la tome de un trago. Era como agua: no color, no olor, no sabor. Pero tenía algo especial, era tan fría que sentí como mi cuerpo se congelaba por dentro; me dio hipotermia en frente de él y, claro, ni se movió para abrigarme o algo. Me asusté, claramente no confío en él, y nunca lo haré
-¡¿Qué pretendes?!- protesté, pero no me hizo caso, de hecho el único movimiento que hizo fue meter una mano al bolsillo y sacar su reloj para contar los segundos de mi desesperación. Lentamente el frío desapareció, pero mi respiración comenzó a hacerse más difícil y mi corazón se detenía lentamente. Bueno, no caí, me petrifiqué en aquel lugar y mi vista se fue a un entorno completamente blanco, sin sombras ni siluetas de ningún tipo. Todo era blanco.
Cuando volví a ver estaba en la misma posición que antes de empezar con esta extraña experiencia, y Amadeus seguía parado frente a mí, mirando su reloj.
-Bueno, ya esta. Hidratación completa, no deberías seguir sintiendo aquella molesta sequedad en tu garganta, y tu sangre también debería ser "mortal". La fotofobia tardará más ya que debe ser una exposición paulatina al sol. Asi que, esta noche dormirás aquí. Confiaré en que no toques nada y, por tu bien, no abras las cortinas.
Me dejó sola en el cuarto, supongo que ya era de noche y él se iría de casería mientras yo me recuperaba de... bueno, de todo.

 

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